Recientemente asistí a una exposición de fotografía llamada Puente, de Constanza De Rogatis. Esta
muestra captó mi interés pero lo que me causó más resonancia fue el texto del
folleto escrito por Erick del Bufalo, quien me conectó de nuevo con esos temas que
me rondan cada vez que pueden: El tiempo-espacio, los recuerdos (memoria,
identidad) y los límites, litorales.
Del Bufalo dice que la fotografía es capaz de dejar su trazo
en lo real, de producir otro lugar y otra duración (espacio-tiempo). Si la
fotografía no logra transportar, si no logra atravesar estas dimensiones solo
es una representación. Agrega, una fotografía siempre es de este mundo y de
otro, son fragmentos de realidad, testimonios de vida.
Para mí los recuerdos son fotografías que hilo y deshilo con
el sentido, con una narrativa interior. Me es menos complejo mostrarme desde la
imagen, desde lo Imaginario que desde lo escrito, desde lo Simbólico, pero en
ambos intentos lo que busco es bordear, delimitar, en la medida de lo posible
lo Real. Este Real entendido como lo que no puede ser nombrado, asido, un borde
del abismo del sentido.
La fotografía es uno de los lugares que me permite articular,
que me deja hacer muestra del discurso interior, que me muestra, expone mi
singularidad sin la angustia que caracteriza el proceso de escritura. La
fotografía atrapa mi alma pero la palabra la petrifica y eso me angustia.
Este Muestrario es un ejercicio para hacer dialogar los
registros Simbólico e Imaginario y así morder algo más de lo Real. Un intento
de encontrar mi propia solución que me concilie con el lazo social, con el
otro. Así como los surrealistas que cansados de lo insoportable del entorno cambiaron
su perspectiva y decidieron mirarse a sí mismos, a buscar en la psiquis para
liberar el inconsciente; hoy busco hurgando en
mi temores, esperando encontrar ese contorno, eso que me dibuja, ese
litoral que es lo que me separa y a la vez me conecta con el Otro.
Memoria en movimiento
Memoria en movimiento
Música colaboración de Qohen G.